Tengo en la memoria muy grabado que cuando era niña, tuve una pesadilla que con el tiempo se repitió aunque no en constantes ocasiones si de forma gradual. Más que imágenes que me impresionarán era la sensación que sentía en ese momento. Ya que mis movimientos eran muy lentos y pesados, por más que quería moverme no podía, ya que sentía una fuerza muy grande que me lo impedía como si cargara algo muy pesado; al mismo tiempo al rededor de mi todo se movía, de una lado a otro de una forma muy rápida. Quería ir en la misma dirección y ritmo pero me era imposible. Me sentía enojada, impotente y cansada, llegaba al punto de conciencia tal que sabia que era un mal sueño y luchaba por despertar, hasta que lo lograba. Se llama pesadilla porque me hacia sentir mal y ahí estaba yo, en la noche, triste a veces hasta sudando y molesta por mis sueños.
Ahora me veo así. En un hoyo, en la espera de que pueda salir, en la espera de que pueda liberarme y poder salir a correr al ritmo de todo el mundo. Ya que desde este punto veo que se mueve, que todo mundo marcha, en una dirección y a una cierta velocidad que yo no puedo alcanzar. Trato de tener paciencia para no desesperar y sentirme como en mi pesadilla pero es inevitable ver que el mundo sigue un ritmo que siento que yo no puedo alcanzar.
Hasta me lamento, me arrepiento por no haberme esforzado más en el pasado, si alguién me hubiera dicho lo dificil que sería, si alguien me hubiera apoyado mas en el pasado. Ya no importa, porque solo queda la espera, solo queda poder salir del hoyo para continuar, no hay mucho que pueda hacer desde aquí.
Mi otro consuelo son aquellas lineas que vi en una obra de Carlos Fuentes, ahora con su muerte me las han recordado y trato de llevarlas en mi mente, para tener en cuenta que no todos seguimos el mismo ritmo de vida, no todos nos apresuramos a vivirla y muchos han esperado por mucho tiempo antes de moverse en una dirección.
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