Como necesitaba actividad física decidí inscribirme en un gimnacio. Lo bueno del gym al que me metí es que cuenta con varias clases a las que puedes entrar, un dia decidí meterme a la clase de "bailoterapia" penese que una clase con un nombre así, te haría reflexionar mucho sobre tí a través del baile, entonces me animé a participar en ella. Al principio todo estaba muy bien, había pasos y ritmos con los que inmediatamente me pude involucrar y me gusto. Después vinieron unos pasos que no podía realizar facilmente, me costo mucho imitarlos y hasta empesé a cansarme. En esos momentos recorde que cuando era niña yo asistia a clases de baile y no tenia esos problemas, no es por presumir, pero siempre fui buena en mi clase y en algunas ocaciones el maestro me felicitó, no por ello me consideré una bailarina profesional y nada por el estilo pero me ayudo a tener confiansa en mis movimientos.
Mientras mi mente regresaba a mi clase, me di cuenta que esa niña bailarina ya no estaba conmigo, me costaba mucho tener que seguir los pasos y después pensé que esa clase no tenía sentido, ni por el nombre ni por los pasos, solo era como salsa. Pero a pesar de ello no podía, termine por fastidiarme más rápido que en una clase de spinning y abandone la clase.
Es probable que la clase no tubiera nada que ver con el nombre, pero al final si resulto como terapia para mí, al reconocer que yo debía buscar más este arte, ya que el baile no es solo movimiento, sino que es interacción entre tu cuerpo, mente y sentimientos que puede llegar a hacerte encontrar un equilibrio y fuerza. Realmente el baile es algo mágico. Debo continuar, buscandolo.